Se sabe que el desarrollo del cerebro humano se inicia en el momento del nacimiento y evoluciona con el paso del tiempo, dirigido y moldeado por la experiencia personal, por la experiencia vital individual, vehiculada por nuestro cuerpo y llevada a cabo mediante el movimiento. Podemos decir entonces, que el movimiento es el mejor indicio de la actividad del sistema nervioso humano, o sea, el cerebro,entre otras cosas, regula nuestro cuerpo; y éste último incorpora determinado conocimiento mediante el aprendizaje. Todas nuestras conexiones neuronales y activaciones cerebrales tienen sentido si mueven un cuerpo, por sí mismas no tienen ningún valor. Es decir, nuestro cerebro necesita un cuerpo, y nuestro cuerpo necesita el movimiento para desarrollar nuestra capacidad de aprendizaje.
Feldenkrais estableció que el movimiento o su ausencia revela el estado del sistema nervioso, sus factores hereditarios y su grado de desarrollo.
El movimiento se produce únicamente cuando el sistema nervioso envía los impulsos necesarios para contraer los músculos correspondientes por medio de secuencias y esquemas motores correctos en el momento oportuno. A través de esta experiencia diferenciamos, diferenciamos desde el nacimiento y aprendemos a rodar, reptar, gatear, sentarnos, erguirnos, hablar, caminar, correr, saltar, balancearnos, girar y todo aquello que somos capaces de hacer en la edad adulta.
Cerebro y movimiento: un tándem indisociable.
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